,,Trikonasana

 

La integración de la Anatomía Experiencial y el Bodythinking en mi práctica de yoga me ha llevado, y me sigue llevando, a cambiar algunos hábitos de movimiento.

 

Siempre con un doble objetivo. Por un lado, recuperar o mantener la integridad corporal. Por otro lado, comprender alguna cosa más sobre el cuerpo, el movimiento y sus efectos sobre nuestra manera de estar en el mundo.

 

Uno de estos cambios está relacionado con las posturas que se construyen habitualmente de arriba hacia abajo. Por ejemplo, Uttanasana o Trikonasana. Hace un tiempo empecé a construirlas de abajo a arriba.

 

¿Cuándo es conveniente contruir Trikonasana desde arriba hacia abajo?

Siempre que la persona tenga una buena capacidad de adherencia al suelo y una distribución uniforme de la tensión en su tejido conectivo.

En este caso, entrará por este camino en la postura sin ningún problema. Podrá ir soltando progresivamente su tejido, en un continuo juego y ajuste con la fuerza de la gravedad y el suelo.

Hacerlo de este modo, cuando las condiciones son las adecuadas, mantiene el equilibrio de tono en todo el cuerpo.

 

Pero ¿qué nos puede ocurrir si el estado de nuestro tejido conectivo o nuestra capacidad de arraigo no son óptimas?

Seguramente os habrá pasado o habréis observado en la construcción de Trikonasana cómo, algunas veces, el descenso del tronco queda frenado. Nos vemos anclados en una posición que en lugar de una sensación de equilibrio, da sensación de esfuerzo.

Cuando eso sucede es porque alguna zona del tejido ya ha dado todo lo que podía dar. Y en lucha contra la gravedad, que la haría seguir extendiéndose, queda hipercontraída para protegerse.

Llegados a este punto, lo razonable desde el punto de vista del cuerpo es:

  • aceptar la detención del movimiento y sostenerla con el apoyo de las manos en alguna zona del cuerpo;

  • detectar que zona del tejido lo está frenando;

  • detectar que zona del tejido puede asumir una mayor tensión;

  • ensayar, a través de la respiración y el micro movimiento, una redistribución de la tensión.

 

 

Este es el primer inconveniente que nos encontramos si no tenemos una percepción clara del estado de nuestros tejidos cuando estos no están en condiciones óptimas

Realizar todo lo indicado con el tronco en una dirección de descenso y sin apoyo reduce mucho las posibilidades de conseguir una redistribución de la tensión. En estas condiciones, soltar la zona contraída llevándola más allá de su capacidad, es interpretado como un peligro por el organismo.

Si la redistribución de la tensión no se logra, es muy importante deshacer la postura usando la fuerza de brazos y manos. Apoyados sobre muslos o rodillas, asumirán la fuerza que el tejido que frena el movimiento no puede realizar.

 

 

¿Qué ocurre si no detectamos el primer inconveniente y continuamos adelante?

Si no aflojamos el tejido hipercontraído, solo tenemos una solución para seguir avanzando: hiperextender otro tejido.  En este caso, ya tendremos dos zonas de tejido que no podrán participar en el movimiento para recuperar la verticalidad.

En esta situación se hace indispensable el uso de brazos y manos que se apoyan en otras zonas del cuerpo para deshacer Trikonasana. En caso de no utilizarlas, las lesiones durante el proceso de recuperar la verticalidad son frecuentes.

De modo que, en el mejor de los casos, saldremos de la postura con una zona de tejido hipercontraída y otra hiperextendida. La distribución de la tensión, y del relax, en el cuerpo no será uniforme y limitaremos la capacidad de cambio de estado en el tejido.

 

 

Trikonasana pie

Trikonasana

Construir estas posturas desde el suelo es la vía para recuperar las condiciones óptimas de adherencia al suelo y uniformidad en la distribución de la tensión

Entrar en posturas como Trikonasana a partir de la fuerza que imprime al movimiento la determinación de separarse del suelo, nos asegura unas condiciones de seguridad que invitan al tejido conectivo a desplegarse con naturalidad.

  • El ejercicio de empuje:
    • mejora nuestra capacidad de adherencia al suelo;
    • nos da conciencia de nuestra parte sólida, el hueso, eliminando la tensión extra en la musculatura.
  • El mantener cuatro puntos de contacto con el suelo durante la construcción de la asana:
    • facilita el equilibrio eliminando la necesidad de fuerzas de compensación para mantenerlo;
    • contrarresta el efecto de la gravedad en el tronco, ejerciendo la función de frenado que sin los apoyos debe realizar el tejido de la espalda;
    • permite la ida y vuelta en torno a puntos concretos del recorrido, facilitando el micro movimiento y el despliegue gradual del tejido conectivo;
    • da la oportunidad de graduar con precisión la velocidad en la construcción de la postura, invitando a la observación profunda del funcionamiento y estado del propio cuerpo.

 

Hay algunos momentos en que es especialmente recomendable la construcción de la asana desde el suelo

Siempre que estemos en un momento de cambio físico es muy recomendable pasar a un tipo de práctica que nos permita verificar los cambios que estamos viviendo y encontrar la manera adecuada de movernos en ese estado.

  • En los periodos de recuperación de una lesión o enfermedad;
  • durante la gestación;
  • durante la recuperación del parto;
  • mientras estemos inmersos en periodos de fuertes cambios hormonales, por los ciclos naturales o por cualquier otra causa.

 

En todo esto, hay algo que para mi es especialmente valioso…

Comprobar cómo esta experiencia física se traslada al ámbito emocional, mental, de relaciones y de estrategias de vida.

Aprender a apoyarse, a empujar, a expandir, a dar espacio, a parar, a observar, a reemprender, a tener en cuenta las partes y el todo, a cuidar. Mantener todo esto solo en el ámbito corporal es demasiado esfuerzo, el contagio al resto de nuestras vías de expresión es lo natural.

Pero no quiero sólo contártelo, quiero que lo experimentes.

Disfruta de la práctica en vídeo que encuentras abajo.

 

Tere Puig