corrección postural

La corrección postural está vinculada a un enfoque conductista

Y se justifica a partir de lo que está detrás de este enfoque: se presupone que quien enseña, o aplica terapia, conoce cuál es la mejor solución para el paciente o alumno.

Sin embargo, cuando el objetivo de la enseñanza o la terapia va en la dirección de permitir la expresión del potencial, el uso de la corrección postural por parte del enseñante o terapeuta resulta realmente incoherente.

 

No solo determinados gestos y síntomas corporales proporcionan pistas acerca del proceso de una persona, sino que también la propia estructura del cuerpo, a menudo aporta alguna información

Un amigo mío, un estudiante con una mandíbula muy prominente, que sobresalía mucho más de lo normal, asistió a un curso que impartía un terapeuta corporal muy conocido.

 

El terapeuta le dijo a este estudiante que era demasiado intenso, que su mandíbula necesitaba relajarse más. Trabajó con los músculos de la mandíbula que se encuentran en la parte posterior del mentón, le puso los dedos en la boca y puso toda su atención en busca de sensaciones en la boca. Transcurridos unos treinta minutos, la mandíbula del estudiante adoptó una posición más relajada y el estudiante, en general, se sintió más relajado.

 

Sin embargo, a la mañana siguiente, se despertó y no tenía energía, se sintió apático y había perdido toda la determinación de hacer algo. Empezó a sentirse muy abatido y se hundió más y más hasta sumirse en una depresión… Su actitud empeoró gradualmente hasta que desarrolló tendencias suicidas.

 

La corrección le arrebató toda la determinación que había en su mandíbula

Es posible cambiar toda la actitud psicológica de una persona cambiando su estructura física. Por tanto, resulta peligroso reestructurar a la gente simplemente porque la reestructuración se ajuste a un ideal físico o a alguna teoría sobre la salud. El término normal no puede generalizarse. Cada indivíduo tiene su propia norma.

 

El estudiante no tenía ningún dolor en la mandíbula. El terapeuta simplemente decidió que era demasiado intensa, que no era normal una mandíbula tan prominente, así que optó por cambiarla.

 

Arnold Mindell, del libro El cuerpo que sueña

 

  • La escultura es «Freedom», de  Zenos Freudakis, ubicada en Philadelphia (USA)