La mente desea, el cuerpo anhela
Los deseos nos hacen correr sin rumbo, los anhelos nos nutren mientras caminamos hacia el momento de recibir lo esperado. Gestionar el deseo pasa por hacerlo atravesar el tamiz del cuerpo.
Mente y cuerpo están inevitablemente atravesados y modelados por la cultura que nos acoge, o que cómo mínimo nos envuelve. Y el diálogo entre ambos nos trae claridad sobre esta circunstancia y la naturaleza de eso que esperamos y que consideramos que es justo lo que necesitamos. En nuestros deseos ¿cuánto hay de lo puramente propio? ¿cuánto hay de lo que se espera, y de lo que espero, de mi? Nuestros deseos ¿pueden realizarse en la realidad que ahora estoy viviendo? ¿o necesitan otras tantas cosas que, por ahora, también forman parte de lo deseado?
El cuerpo te susurra que querer no es poder, no así de simple. El cuerpo te susurra, que la materia tiene sus leyes y que, si quieres, puedes conocerlas y aprovecharlas. El susurro del cuerpo te saca de la adolescencia, de la pretensión de poder absoluto, para llevarte al diálogo y a la responsabilidad en cada elección. Y así, surge el anhelo. Fruto de una visión más amplia y, sobretodo, más coherente y amable con uno mismo y con el otro.
Dar voz al punto de vista del cuerpo en la gestión de los deseos
Si hablamos de formas de parir, por ejemplo, podemos decir que un deseo se formularía con una frase como esta: «Quiero un parto natural». Esta frase solo podemos pronunciarla desde una pasividad, lo único que hacemos es querer. Desear proviene del latín desedere, permanecer sentado.
En cambio, un anhelo, con una etimología vinculada a las consecuencias de hacer alguna cosa por conseguir algo, tendría una expresión de este otro tipo: «Voy a prepararme para un parto natural». Aquí la persona ya ha transitado un trozo más del camino. Decidir prepararse implica haber conocido lo que significa para uno un parto natural. Implica saber en qué condiciones uno se encuentra y a cuáles necesita acceder para llegar a donde le gustaría. A donde le gustaría. Esta frase implica también la aceptación de que podría darse el caso de que no fuera como a uno le hubiera gustado.
Y este tránsito de la pasividad a la acción, impregnada de comprensión, requiere haber aterrizado la idea inicial. Requiere haber pasado el deseo del intelecto o la emoción por el tamiz del cuerpo.
Cómo nos ayuda el trabajo corporal para convertir un deseo en un anhelo
Conectar con el anhelo requiere de pies en el suelo. Y caminar hacia a él requiere flexibilidad y precisión en el movimiento.
Y tanto en la conexión como en el camino hacia él es indispensable un alto grado de percepción, de uno mismo, del otro y del entorno. Sin ello, construimos escenarios inamovibles que terminan, inevitablemente, por no tener nada que ver con la realidad que vivimos. Siempre cambiante.
Por tanto, una actividad física que nos ayude en este proceso tendrá que tener una gran dosis de cultivo perceptivo. Si nuestro objetivo es el de pasar del deseo al anhelo, las prácticas que nos llevan a la evasión no nos sirven.
Necesitamos que una práctica que nos aporte experiencias físicas de contacto y relación con el suelo. Y no solo una perspectiva de la función del suelo, si no varias, todas las posibles y las que aun desconocemos: el suelo como sostén, el suelo como frontera, el suelo como punto de partida, el suelo como…
Y también es indispensable que esta actividad nos sumerja en la experiencia de la proyección, de cómo nuestro impulso se dibuja en el espacio. Observar impulsos físicos, impulsos emocionales, impulsos racionales convirtiéndose en movimiento nos aporta un conocimiento profundo e instintivo de nuestra forma de estar y transformar la realidad que habitamos. Indispensable para un camino sereno hacia lo esperado.
Tomarse el tiempo
Y es cierto que para todo ello necesitamos tiempo y espacio. Algo que el ritmo de la sociedad capitalista no se cansa de negarnos. Algo que necesitamos recuperar, mantener y transmitir si lo que queremos es dejar de correr detrás de deseos, que ni siquiera sabemos si son nuestros.
Tere Puig
*** Fotos de Tommy Ingberg
Acertada visión Tere, muchísimas gracias de todo corazón, soltemos deseos y caminemos hacia los anhelos del corazón y del alma.
Maravilloso el artículo.
Gracias.
¡Gracias,Fabiana!