Es habitual que consideremos alto el valor de la palabra presencia.

Hablamos de presencia terapéutica, de la importancia de la presencia en las relaciones, de la presencia pedagógica.

Damos por sentado que esto de estar presente está fuertemente ligado a la calidad de las experiencias que vivimos.

 

 «Somos profundamente sensibles a la presencia del otro».

 

Nos dice Bonnie Badenoch, terapeuta especialista en el acompañamiento e investigación del trauma. Nos explica que aquello a lo que ella denomina presencia es clave en los procesos de recuperación.

Pero ¿qué significado le damos a la palabra presencia?

¿Qué entendemos al escuchar presencia? ¿Qué queremos transmitir cuando pronunciamos presencia?

Un par de minutos para responder a estas preguntas es suficiente para darnos cuenta de que utilizamos esta y otras palabras, a las que otorgamos un gran valor, sin tener una claridad sobre el significado que cada uno le damos.

Porque a las palabras, aunque se nos olvide, las cargamos de significado personal.

Sobre cómo el valor de una palabra pone en riesgo su significado

La palabra presencia forma parte del grupo de palabras que por exceso de uso corre el riesgo de vaciarse de significado. Como por ejemplo, la palabra amor, o respeto, o felicidad.

Es curioso que se produzca la paradoja de que una palabra sea tan valiosa como banal. Y no es curioso en absoluto, sucede gracias a la falta de espacio y tiempo.

Presencia, igual que el resto de palabras de alto valor, es inmensa, oceánica.

Son palabras que quieren tiempo para ser pronunciadas, que necesitarían aparecer en lugares de nuestros discursos que les ofrecieran suficiente espacio para ser escuchadas. Y suficiente tiempo para reverberar en nuestros sistemas nerviosos.

Presencia.

 

La palabra presencia no se vacía de significado cuando hay tiempo para degustarla

Solo así comprendemos y hacemos comprender el significado que otorgamos a las palabras inmensas.

Dando espacio y tiempo a que la información que nos atraviesa acompañando cualquiera de estas palabras impacte en nuestros cuerpos. Se haga tangible y entre en relación con todo lo que ya somos. Solo de esta forma podemos ir realmente captando el significado de cada palabra en boca de quien la pronuncia.