Mi línea de trabajo es la de primero acceder al sentir y luego ir a los estudios

Las personas que ya conocéis mi trabajo sabéis que toda reflexión que se genere está siempre arraigada en la experiencia. Esto significa que primero nos sumergimos en la experiencia y salimos de ella con las informaciones recibidas a través de todos los sentidos, apreciaciones, preguntas e hipótesis. Y a continuación, con todo ello y el conocimiento que cada uno maneja previamente, empezamos a atar cabos, a organizar y a contextualizar toda esa información, en definitiva, a construir conocimiento arraigado en la experiencia y de forma colectiva.

Este texto es un ejemplo de cómo se van tejiendo todas las informaciones experienciales con el conocimiento existente para ir avanzando en el autoconocimiento y el conocimiento del otro o lo otro.

 

No todos los cabos se atán al justo al salir de una experiencia

Es más, hay muchísimos que no y que nos piden mantener la experiencia abierta durante mucho tiempo. Hay muchas informaciones experienciales que tengo siempre presentes, que puedo dar por ciertas porque se repiten una y otra vez, y de las que no siempre he encontrado una explicación que pueda ponerse en palabras. Pero, con paciencia, siempre acaban apareciendo piezas del puzzle que ayudan a tener una visión más completa o a sumergirse en otra exploración.

Y lo precioso de este trabajo es que nuestra herramienta de trabajo es aquello que investigamos con mayor profundidad: nuestra capacidad de sentir. Afinamos nuestra percepción al mismo tiempo que descubrimos cómo es que percibimos.

 

¿Dónde radica nuestra capacidad de sentir lo que ocurre piel adentro?

Recientemente vi una publicación de la Dra. Nazareth Castellanos en la que mencionaba un estudio del 2019 con una información muy concreta: «los masajes en las manos incrementan la actividad alpha en la ínsula». A la ínsula le atribuimos las funciones de: interocepción, equilibrio y orientación espacial, aprendizaje emocional, empatía e las íntimamente ligadas a los estados de atención plena.

En todas las sesiones para la percecpción de las manos y su vínculo con el resto del cuerpo, ya sean centradas en huesos como en tejido conectivo, el denominador común para la mayoría de personas es la experiencia un estado de conciencia que conjuga una enorme serenidad con una gran lucidez.

Hasta ahora, habíamos comentado que podría deberse al hecho de que en las manos confluyen  las funciones cerebrales superiores y el cerebro primitivo, como explica el Dr. Daniel Siegel, en su libro Tu cerebro en la palma de la mano. Y esta nueva información completa y matiza la explicación del porqué de este estado al llegamos a través del trabajo de percepción en la zona de manos. ¡Y nos anima a continuar! Para gozar de los beneficios y para seguir investigando(nos).

Sin embargo, en estas sesiones, no había notado un efecto especialmente notorio en cuanto a un aumento de la capacidad interoceptiva. Quizá porque mi foco de atención ni el de los participantes estaba en ese punto, o quizá…

 

La piel y la interocepción

Por otro lado me llegaron otros estudios sobre la posibilidad de que la actividad de la ínsula no sea imprescindible en lo que se refiere a interocepción (captar las sensaciones internas del cuerpo). Sahib S Khalsa, explica el caso de un paciente con lesiones en la ínsula que podía percibir los cambios en el latido de su corazón excepto al aplicarle un anestésico en la zona del tórax, es decir al anular la información que le llega desde la piel.

Y esto me hizo pensar en las reacciones que identificamos habitualmente al trabajar el tejido conectivo de la zona torácica: una clara conexión con el estado emocional del momento y sus vínculos con el estado físico. Tremenda curiosidad todo esto.

¿Entonces cómo activamos la capacidad de sentir?

En relación con los estudios que comento, nuestras prácticas estarían más en consonancia con el hecho de que el trabajo perceptivo en las manos nos ayuda a entrar en un estado de atención plena y que el trabajo perceptivo en la zona torácica es más efectivo para activar nuestra capacidad interoceptiva.

Y sin lugar a dudas, lo que no puede faltar en una práctica que desarrolle la capacidad de sentir lo que sucede piel adentro es ir piel adentro una y otra vez, independientemente de si a uno le parece que siente mucho o poco. ¡Hay que activar los circuitos neuronales hacia los lugares que queremos conocer!

Quizá con más práctica atenta alguien llegue a recoger alguna información que nos muestre un pequeño detalle más de todo este complejo y hermoso organismo que somos.

Anímate a practicar, por el simple gozar de los beneficios o con esta actitud de investigación. Abajo encuentras una práctica para las manos, otra para el tórax y otra para el corazón.

Acuérdate de compartir tus experiencias, pueden ser oro para otras personas, y ya ves que aquí nada cae en saco roto.

 

Tere Puig

 

(*) Foto de Darius Bashar en Unsplash