Si habitualmente subes los hombros estando sentado o en pie, mantienes el pecho expandido o la mandíbula apretada es muy posible que tu tendencia sea la de sostenerte con la parte alta del cuerpo en lugar de aprovechar el sostén que te ofrece el suelo.

En el taller sobre el diafragma de hace unos días surgió el tema de la tensión cervical. Y eso nos llevó a recordar la importancia de dejar el peso del cuerpo hacia abajo para poder liberar la parte alta de tensiones innecesarias. 

A los pocos días recibí una consulta sobre ¡¿cómo se hace eso de dejar el peso del cuerpo hacia abajo?! Y quiero compartir la respuesta a esa pregunta hasta donde he podido desgranarla y concretarla.

¿Qué significa exactamente esto de dejar el peso hacia abajo?

En realidad no es cuestión de hacer algo, si no de dejar de hacerlo. Se trata de dejar de sostenernos con la parte alta del cuerpo: mandíbula, cuello, hombros, pecho o abdomen, para permitir que el peso del cuerpo descienda hacia la pelvis si estamos sentados o hacia los pies si estamos en pie. 

Es un dejarnos sostener por las superficies que están debajo de nosotros. Algo que sucederá de manera natural cuando dejemos de impedirlo.

Cuando lo conseguimos se produce una reorganización para hacer más eficaz el vínculo con el suelo, o la superficie de sostén. Y todo el cuerpo se rinde a un juego con la gravedad que nos sostiene sin esfuerzo.

Pero ¿qué me impide dejar de hacer fuerza con los hombros para mantenerme en pie?

El tema es que estamos frente a un círculo vicioso. Como los pies no entran en contacto profundo con el suelo o la pelvis con las silla, se activa la parte alta del cuerpo para sostenernos. Y como nos sostenemos con la parte alta, ni los pies ni la pelvis acaban de apoyarse completamente sobre las superficies que nos sostienen.

Romper el círculo vicioso

Parto de la base de que me parece muy inteligente no dejarse ir si uno piensa que no le van a sostener. Por tanto, antes de nada, agradezcamos a esas cervicales, mandíbulas, hombros y todos los elementos que han decidido tomar la responsabilidad hasta que no vean unos pies dispuestos a pisar firme o unas nalgas listas para aposentarse.

Además, no podemos olvidar que sin una experiencia previa de sostén difícilmente averiguaremos de manera espontánea cómo podemos dejarnos sostener. Y aunque la mayoría hemos pasado por una experiencia física de ser realmente sostenidos, puede ser que algunas personas no la hayan tenido. Por otro lado, es posible que haga muchos años que no la tenemos y que no esté presente en nuestro repertorio de recursos.

La estrategia


Podréis imaginar que mi propuesta para conseguir dejar el peso hacia abajo empieza por acceder a una experiencia física de sostén y, a continuación, dar espacio al vínculo con el suelo.

Para tener una experiencia de sostén, nada mejor que una sesión de visceralidad. Propongo trabajar con la zona pélvica. Esto ya nos ayudará a dejar el peso cuando estemos sentados, y empezar a movilizar los líquidos en esta zona nos ayuda en los trabajos posteriores.

Te sugiero esta práctica para la vejiga:

 

 

 

A continuación te recomiendo un trabajo de conciencia de huesos de las piernas. Por sorprendente que pueda parecer, que no lo es cuando uno lo experimenta, al tomar conciencia de los huesos los músculos se relajan. Y al relajarse abren paso a los líquidos del cuerpo y tienen mucho más margen de reorganización.

Esta sesión de conciencia de caderas y fémures te irá muy bien:

 

 

Y ahora ya estaremos a punto para que un trabajo de movilización del tejido conectivo de pies y piernas tenga el efecto necesario para que nuestro vínculo con el suelo se despliegue y afiance. Y, así, nuestra parte alta empiece a confiar en nuestros pies, piernas y pelvis, se anime a dejar de sostenernos y el peso del cuerpo vaya espontaneamenta hacia el suelo.


Esta sesión ofrece una excelente movilización y oportunidad de reorganización a tanto a pies como a piernas y pelvis:

 

 

Te recomiendo dejar un espacio de dos o tres días entre sesión y sesión para dar espacio a que el cuerpo integre y los efectos se desplieguen

Es como tirar una piedrecita en un lago. Si tiras otra a continuación las ondas que produce la segunda no dejarán que las de la primera terminen su recorrido.

Y cuando sientas que esa capacidad de dejar peso hacia abajo ya está bien presente pero que, puntualmente la pierdes. Tenemos una estupenda estrategia: el uso de la metáfora, que en pocos segundos dará la información necesaria al organismo para que entre en modo “deja el peso hacia abajo”.

Muy sencillo: piensa en un pulgar dentro del cráneo, sosteníendote desde tu coronilla, y el resto del cuerpo cuelga como si fuera un abrigo en una percha.

 

Espero que esto te sirva y que si te sirve lo compartas. Todo ayuda en esta recuperación del cuerpo en nuestro existir. 

 

Tere Puig

 

* Foto de Jasper Garratt en Unsplash