Para desarrollar nuestra conciencia corporal necesitamos pasar por dos fases. Y conoconerlas, hace fáciles y efectivos nuestros pasos hacia ella.

Pero antes de entrar en más detalle, explicaré brevemente los significados que otorgamos, aquí en El punto de vista del cuerpo, a un par de conceptos.

¿De qué hablamos cuando hablamos de cuerpo?

Cuando en esta página lees la palabra cuerpo, no hace referencia solo a la carne, nos estamos refiriendo a todo aquello que nuestros sistemas nerviosos alacanzan y gestionan.

 

¿Y qué hay del significado de conciencia corporal?

Una cosa es saber que al final de las piernas están los pies. Otra cosa es sentir aquello que llamamos pies en contacto con el suelo y con el resto de lo que identificamos como cuerpo.

Lo que llamo conciencia corporal tiene que ver con esto último, me refiero a nuestra capacidad de descubrir sensorialmente la naturaleza y el funcionamiento de los cuerpos en relación a sus entornos y vínculos.

 

Y a partir de esta definición vemos que para adquirir una mayor conciencia corporal es indispensable entrenar los sensores, nuestro sistema nervioso. Este será el primer paso.

Vamos a entrar en materia.

 

Entrenando nuestra capacidad sensorial

Todo el mundo tiene una mayor o menor conciencia corporal. Cuando hablamos de aumentarla estamos diciendo que queremos una mayor definición en aquello que sentimos. Buscamos más información y más precisa. Y para ello podemos hacer dos cosas:

  • Entrenar más los sensores que ya utilizamos.
  • Estimular los que no solemos utilizar.

Las dos opciones son buenas, pero la primera nos va a mantener viendo el paisaje desde la misma ventana. Mientras que la segunda, sin duda nos mostrará terrenos que aun no hemos explorado.

El trabajo en equipo

La mayoría de nosotros nos explicamos y explicamos el mundo en función de la información que entra por nuestros ojos y oídos. Y no tiene porque ser falsa, pero siempre será parcial. Nuestra idea de lo que somos y existe alrededor va a enriquecerse si también damos peso a la información que llega gracias a nuestro olfato, al gusto, a nuestra piel, a nuestros órganos internos, a nuestros huesos y tejidos profundos.

Ser conscientes de cambios de temperatura, de presión, de humedad, de tensión o de vibraciones, por ejemplo, hará que la imagen de lo percibido no solamente sea más nítida, también será más completa.

Por ello, mi consejo es el de priorizar la estimulación de los sensores que no utilizamos habitualmente. Sin desatender, naturalmente, el mantener en forma los que usamos con frecuencia. Queremos que todos los sensores trabajen juntos para poder acceder a una información rica y compleja.

Recuerda que el cuerpo no es como pensamos

¿Sabes cuál será el mayor obstáculo en este primer paso? Todas las creencias acerca de cómo es tu cuerpo.

Si vas dentro a buscar el hígado que crees tener, es muy probable que no lo encuentres. Y no encontrar lo que esperas seguramente te llevará a pensar que «yo no siento nada». Cuando, en realidad, lo que está ocurriendo es que no sientes nada de lo que esperabas sentir, pero estás sintiendo lo que hay.

La actitud exploratoria es clave en el desarrollo de una mayor conciencia corporal.

 

Creando y actualizando mapas corporales

En el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Oliver Sacks nos explica el caso de un hombre, el Doctor P, que a pesar de ver correctamente empezó a perder la capacidad de interpretar lo que veía. Hasta el punto de ver a su mujer y querer ponérsela como si fuera un sombrero. Este proceso de interpretación que el Doctor P perdió en relación a la información visual, es el que necesitamos desarrollar para cualquier nuevo sensor que activemos en nosotros.

Cuando voy a la zona en la que está mi hígado primero empezaré a notar diferentes sensaciones: presiones, espacios, pesos, temperaturas, movimientos, texturas, … Al principio, seguramente, no tendrán ningún sentido ni coherencia. Y aun menos si intentamos que todo eso que sentimos tenga algún parecido con los hígados que hemos visto es los libros. Podríamos sin duda confundir nuestro hígado con un sombrero.

El arte de curiosear

Un día sentimos mucho peso en la zona donde ubicamos el hígado, otro día sentimos más ligereza en la misma zona. Eso nos genera curiosidad. Mi hígado ¿es pesado o no?, los hígados ¿son pesados o no?

La siguiente vez que me acerque al hígado, además de sentir su peso me fijaré en los movimientos que hay en la zona. Quizá descubro que cuando lo siento pesado hay menos movimiento en la zona izquierda. ¿Qué hay en la zona izquierda? ¿Qué relación tiene el movimiento de la zona izquierda con el peso en el lado derecho? Y si tengo oportunidad intercambiaré impresiones e intuiciones con otras personas.

Como podemos ver, comprender la información que los sensores van detectando es un camino interminable, y apasionante, de pequeñas y grandes preguntas. A solas y en compañía.

 

Aplazar las conclusiones

Construir un mapa corporal significa dejar que lo percibido tome sentido. Es importante que tome sentido y no que le otorguemos un sentido. Al otorgar un sentido, al decidir qué significa la información recibida, cerramos automáticamente el paso a nueva información. ¡Esa nueva información podría poner en duda nuestra conclusión! Las preguntas se acaban.

De modo, que mantener vivo el desarrollo de la conciencia corporal requiere tener presente que el significado va a estar siempre en revisión. Constantemente llegarán nuevos datos que modificarán el paisaje y lo que comprendemos acerca de él. ¿Lo que interpretaba antes era falso? No. Era parcial.

 

El camino para desarrollar una mayor conciencia corporal

Primera fase: entrenamiento sensorial

  • Abandona las ideas preconcebidas sobre cómo es y cómo funciona el cuerpo para lanzarte a descubrirlo.
  • Deja que tu sensorialidad esté activa a lo largo del día, tomando la información que recibas aunque no logres comprenderla.
  • Aprende a abrir y afinar los sensores de las zonas que no sientes con facilidad y ejercítalos.

Segunda fase: dejar de confundir el hígado con un sombrero

  1. Dedica un tiempo específico, individual y grupal, a contemplar y ordenar toda la información que va apareciendo a medida que abres sensores.
  2. No tengas prisa en completar tu mapa. Es inacabable y además dinámico.
  3. Disfruta. Sobre todo disfruta, de cómo se va revelando esa realidad cambiante que no puede captarse solo con los ojos.

 

Si te preguntas dónde aprender a ejercitar la sensorialidad y a ordenar la información, estás en el sitio adecuado.

En esta casa, esto, es nuestra pasión. Y es el eje de todas nuestras sesiones y programas de profundización.

 

Tere Puig

 

 

(*) Foto de Elen Yatsenko en Unsplash